20 de diciembre de 2016

Misterio de Fonemas Construidos



AUTOCONTROL

Autocontrol,
deletreaba Víctor, tenaz,  
autocontrol,
misterio de fonemas construidos.
Autocontrol,
piel erizada,
encendida la llama,
penumbra presente.
Autocontrol, eco y gatillo,
emblema de muerte.


ERA SU TIEMPO

Un gris panorama me envolvió y mi corazón se aceleró. La página publicaba impresionantes escenas. “Hace 42 min en el libramiento Naciones Unidas, accidente automovilístico deja un muerto y un herido”. Tomar precauciones.

Cuando nos conocimos sólo intercambiamos miradas. Ese día él llevaba un café como todas las mañanas. Le preguntó mi nombre a la cajera; lo supe porque lo leí en sus labios. Me ruboricé. Con el tiempo, las miradas fueron nuestro mejor diálogo, logrando con eso cambiar algo de mi tristeza por un semblante más sereno. Estaba segura que lo mismo provocaba en él. Luego entablamos pequeñas charlas. Tal parecía que nos conocíamos de años.

Una mañana me invitó un café y pensando que me merecía una oportunidad, accedí. Fue algo maravilloso. Platicamos de todo y acabamos hablando de nada. El tiempo no fue suficiente para decirnos todo lo que guardaban nuestros corazones. Era divorciado, igual que yo. Compartíamos sentimientos y vivencias similares. Le comenté que su cercanía vitaminaba mi alma, que su mirada disminuía el dolor causado por una desilusión. Luego de algunos encuentros, iniciamos una relación sin título, pero con un profundo amor.

El tiempo se fue, y al cumplir un año de anécdotas, sonrisas y el café como testigo, vino lo inesperado, me pidió matrimonio. Sin embargo me negué, argumentando que tenía dos hijas y no podía darle un hijo. Le hice ver que, al igual que yo, él tenía derecho de tener una familia. Me alejé. Preferí ser madre que mujer.

Al principio sus mensajes eran cotidianos, luego fueron más distanciados. Después supe que había comenzado una relación. Me alegré por él, pero no niego mi dolor al imaginar que esa mujer pude haber sido yo. 

El día que leí la publicación del accidente tuve un mal presentimiento y comencé a indagar entre mis contactos, efectivamente en uno de los autos iba él. Enloquecí, corrí al hospital y sin importarme quien estuviera entré hasta donde estaba. Nos miramos, la vida le regaló un segundo. Me esperaba… era su tiempo. 


Cinthya Clemente (Veracruz, Ver, 1992). Licenciada en educación secundaria, especialidad español. Promotora de la lectura. Colaboradora del área cultural en el periódico A Primera Vuelta de la Ciudad de Reynosa. Ha participado en algunos encuentros de escritores, tales como el X aniversario de la Fundación del Ateneo Literario José Arrese de Matamoros, al cual pertenece desde el 2014.

No hay comentarios:

Publicar un comentario