En Haití, la tierra no es tierra,
las calles no son calles.
Las mujeres levantan sus rostros
para cortar la desnudez
de las bestias.
Los hombres huyen
con la pregunta en sus labios,
las palabras del miedo,
pájaros entumecidos
en el movimiento
del sol.
II
En Haití, el hambre no es hambre,
el caos se tatúa en cuerpos de gente vacía.
Los niños abren sus ojos
como lunas desoladas
en el fondo de lagos, se cubren de polvo,
derraman el líquido de la inocencia,
quedan como hojarasca
sobre las plazas.
III
En Haití,
los árboles no son árboles:
son estatuas resquebrajadas,
polvo que vuelve
al origen del tiempo.
Las casas en los barrios no son casas:
son gigantes muertos sobre las calles,
escombros en la lengua
del viento.
Autor: Ramiro Rodríguez