13 de junio de 2022

Algo sobre Mitos de los Montes Altos

Algo sobre Mitos de los Montes Altos
Por Luis E. Aricéaga C.


—Pero papá —le dijo Josep, llorando—. Si Dios no existe, ¿Quién hizo el mundo?
—Tonto —dijo el obrero, cabizbajo, casi en secreto—. Tonto. Al mundo lo hicimos nosotros, los albañiles
”.
Eduardo Galeano
El libro de los abrazos


Desde el título de su más reciente obra literaria Mitos de los Montes Altos, Eduardo Vargas Lopez nos seduce a explorar aventuras de fantasía, en donde pinta con palabras el origen de nuestra realidad. Nos transporta por caminos fascinantes, a imaginar cómo fueron creados los seres y los astros que han acompañado a los humanos del quinto sol.

Las epopeyas y las rapsodas mitológicas son, sin duda, uno de los géneros literarios más antiguos creados por la humanidad. El autor desarrolla de forma fluida y basándose en este género, una serie de relatos fantásticos en los que conviven los hombres animales, santos, dioses y naturaleza para dar forma al mundo que conocemos hoy en día.

Nos cuenta que, a partir de que el último de los mundos pereció bajo una lluvia inmensa, el señor San Pedro ordenó que ésta fuera encerrada en lo más profundo ocasionando que la tierra se secara y que los pocos habitantes empezaran a sufrir los estragos de su ausencia. Entre la ingenuidad de las incansables hormigas, la astucia de San Isidro y la ayuda de águilas, zopilotes y arañas, fue posible que la lluvia volviera a mojar las decadentes milpas y renaciera la vida de nuestro mundo.

Muchos de los paisajes en los que se desarrollan las hazañas son muy cotidianos de nuestra geografía norestense, lo que le suma ese sentido de pertenencia con el que seguramente muchos nos identificamos. Entre la casa de Atauainik al Norte (Cerro del Pilón) y la casa de Ataibauainik al sur (Cerro del Bernal) surgió la planta de maíz, que daría de comer a los hombres humanos, la cual debería ser custodiada por Kicha y Akal, el hombre y la mujer alacrán.

En los inicios de nuestro quinto sol, en la antigua Grecia, estos relatos eran creados y cantados por artistas musicales acompañados de dulces y suaves notas de cítara, relatos que daban sentido y razón de los sucesos que el hombre humano no alcanzaba a comprender por sí solo y que, a pesar del tiempo, han ido permeando de generación en generación. Algunos de ellos sobreviven hasta nuestros días.

Eduardo Vargas López, tamaulipeco por adopción, hace uso de su poderosa visualización plástica para relatarnos en su cuento "El chile", una forma ingeniosa y hermosa de cómo el fuego se alojó en esta fruta tan característica por su picor en la que, los santos y el diablo tienen mucho que ver y la cual seguimos disfrutando en la gastronomía de nuestros días. También nos narra, con un sentido místico, el origen divino de "Las tortillas", creadas por un dios para alimentar y dar energía a los hombres humanos, abordando en detalle desde los textos la complicidad que tienen la serpiente y el tlacuache en esta historia, aun con la oscuridad que estos animales albergan y que seguimos sin comprender hoy en día.

El también autor de la obra Argamasa nos muestra las versiones “humanas” de la creación, con sus virtudes, defectos, aciertos y falsedades, y en los que inminentemente hay intervención divina, pero mágica en gran medida y con cierto grado filosófico.

Echando una mirada al conjunto de los veintiún relatos, lo primero que llama la atención son las formas y enfoques, así como las perspectivas narrativas. Sin duda, esta obra nos ofrece una alternativa acerca de la creación. Lecturas suaves, cargadas de fantasía y con un alto grado conceptual, en la que además el autor imprime una frescura en un género literario muy versátil y digerible para todas las edades.


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Luis Aricéaga (H. Matamoros, 1973). Narrador, poeta, ensayista. Ingresó al Ateneo Literario José Arrese en 2021 y es miembro de la directiva 2022. Algunos de sus textos narrativos se incluyen en las revistas literarias Elipsis y delatripa. 


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