19 de diciembre de 2016

Bien Entrada la Noche



EL DESEO DE EUSEBIO

La maestra nos encargó que trajéramos una composición que hablara de nuestra mamá ya que se acercaba el día de las madres. Todos muy contentos entregamos al día siguiente nuestro trabajo; sólo quedó en su lugar y con la mirada baja, Eusebio, el hijo del jardinero. Había perdido a su madre apenas unos días atrás. 

Más tarde, cuando Eusebio salió para ir al baño, la maestra aprovechó la oportunidad y habló con todos sobre nuestro compañero en desgracia. Nos dijo que Eusebio se sentía solo, que de seguro pasaba las noches en vela y llorando pues había notado que se quedaba, por momentos, dormido y no prestaba atención a la clase; que como compañeros nos debíamos solidarizar con él y hacerlo trabajar en equipo, que compartiera también nuestros juegos.

Eusebio tardó tiempo para reponerse de su pérdida; extrañaba a su mamá, pero la compañía y el amor de su padre, así como la amistad de todos nosotros, le devolvieron la alegría y nuevamente volvió a sonreír. 

Hoy hace dibujos y versos que le dedica a su madre muerta y los colecciona, pues quiere un día ser un gran artista para que su mamá, desde donde esté, se sienta muy orgullosa de él.


SECUESTRO

Como pudo, se bajó de la caja de aquella camioneta. Estaba ya bien entrada la noche. Al parecer, se les había olvidado que a él lo traían amarrado y que, gracias a la divina suerte, hoy podría escapar de ahí. Caminó despacio, temiendo hacer el menor ruido. No alcanzaba a percibir muy bien; al parecer estaban en alguna ranchería, pues el traqueteo de la camioneta así se lo había anunciado. Los rayos de luna le servían de guía. Se perfiló por lo que creyó un camino. Apenas avanzó dos pasos, tropezó y toda su humanidad fue a dar hasta el fondo de la noria. Comprendió que ya el destino le tenía la jugada. Quiso escapar de sus captores, pero sólo para morir de igual manera.


LA SUICIDA

Ella vio por enésima vez su reloj. Quería que pronto acabara todo. Ese malestar constante que siempre le apretaba el pecho y le hacía exhalar de dolor. Se aferró al barandal y sin más dejó volar su pensamiento a la vez que su cuerpo, como muñeca de cristal, se estrellaba en el pavimento.


Conchita Hinojosa (H. Matamoros, 1959). Poeta y narradora. Su obra aparece en las ediciones Matamoros Poético desde 1992. Fue incluida por Ramón Durón Ruiz en Poetas de Ayer y Hoy en Tamaulipas; por Ramiro Rodríguez en Letras en el estuario (2008), Palabra de poeta (2012) y Brevedad urbana (2012); y por Alejandro Reyes en A contraolvido (2015). Parte de su obra aparece en Voces desde el Casamata (2010), Rara ubicuidad (2013) y Tengo unsa soledad (2015). Autora de Desnuda memoria (2012) y Al viento tu nombre (2012), ambas en ALJA Ediciones.

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