(Fotografía: "Reloj en Filadelfia", Ramiro Rodríguez)
El hombre salió de su oficina con el rostro clavado en el suelo. Eran las seis de la tarde de un día cualquiera, como todos los días. Tenía el plan de llegar a casa lo antes posible para tomar la ducha que lo volvería a la vida. Como siempre, su esposa lo esperaba con la noticia del día entre las manos, el asunto de los niños y la necesidad de surtir la despensa de la semana. (1) Había llegado al auto dispuesto a soportar el tráfico a casa. Le esperaba media hora de camino, soportable sólo por un disco compacto de música clásica que solía poner para relajarse durante su trayecto. Timbró su celular. Por un momento dudó en contestar. ¿Y si era algo urgente? El registro marcaba el número telefónico de una compañera de trabajo. (2) Tenía que decidir si se aventuraba a tomar la llamada que, con certeza, no tenía implicaciones laborales. La otra opción era irse a casa, a su monótona vida. La noche terminaría con una insípida cena y alguna noticia inverosímil. “Al carajo”, pensó, “después de tanto trabajo, merezco algo de aventura”. Tomó la llamada. (3)
Autores:
(1) Ramiro Rodríguez
(2) Ruth Martínez Meraz
(3) Gustavo Farías
No hay comentarios:
Publicar un comentario