Hablaste, Laura, como hablan aromas,
llegaste entre abluciones otoñales,
te encendiste en lámparas siderales
con gracia noble de infantiles bromas.
Me hiciste volver a blancos momentos,
descendiste azul cual lluvia que cae,
deduje, Laura, que Dios siempre trae
su aliento inmortal de cálidos vientos.
Autor: Ramiro Rodríguez
Imagen: rachelgj.blogspot.com
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