Entre moscas pedorras y mosquitos culeros. Y no se ponga usted, mi lector y lectora, enojosos por los términos, pero moscas las hay en la vida diaria y más allá. Tito Monterroso, mi profesor de letras en la UNAM, nos decía: “en la vida hay tres grandes temas: el amor, la muerte y las moscas”. Más tarde recogeríamos esas visiones en libro. Monterroso, bajito, se autonombraba “Embajador de los Países Bajos”. Su clase era en los pasillos, en las bancas de la Facultad de Filosofía y Letras, con un humor negro como hábito y la fatalidad como dulzura. Así que no se espante y no mueva alas en balde, las moscas pedorras existen y caen bien gordas por diminutas que sean. Y ahora con las aguas, las moscas pedorras y moscos culeros han invadido la ciudad. Son moscas que joden y joden al son de los moscos del dengue y demás correrías que trae la lluvia y la tormentosa Dolly, que seguramente tiene hasta el cogote a los pobres habitantes de Matamoros, Mante y Tampico.
Las moscas pedorras han llegado a Victoria con sus "maldeojos", así se dice cuando nos llenamos de lagañas. Las moscas pedorras y las moscas culeras están que brotan cuando vamos a las bodas de rancho y nos atacan los ojos antes de echarnos la del estribo o mucho antes de aventarnos el fideo duro y sabroso que acostumbran en los ejidos y ranchos cuando hay pedo en el ejido. Las moscas culeras se parecen a las pedorras, son diminutas y molestonas, se prenden a los ojillos del ojo y producen lagrimeo. Cuando estamos en plena boda y baile bucólico, las pedorras y culeras nos invaden de volada la barbacoa y el arroz, le tenemos que apurar a la comedera para no vernos alcanzados por la mancha pedorra y culera. Nosotros, mi familia y yo, como tenemos experiencia en comidas de rancho, nunca esperamos que nos sirvan. Nos vamos sobre el pozo de la dicha de barbacoa y le atoramos, porque sabemos por experiencia que las moscas pedorras y culeras nos dejarán el rabo del ojo como cantimplora de Kity de Hoyos. Por eso, con las lluvias y ciclones, se dejan caer las moscas, las de la barbacoa que se viene con cebo de perro muerto y vaca estirada y con los olores de los inodoros o exinodoros de pozo. Además, se viene el zancudo del dengue con todo y Dámaso Pérez Prado.
Así que no deje a los niños y niñas solanos, no se deje en la maraña de moscas pedorras y culeras, y menos tsé-tsé, pero nos puede pegar el mal del sueño.
Imagen: acevedo-celis.blogspot.com
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