2 de noviembre de 2013

Calavera Al Ateneo Literario


Por Ramiro Rodríguez

Ya en el taller literario
de los miércoles benditos,
los bardos del Ateneo
confesaron sus delitos.

Los visitó la Huesuda
para enviarlos al panteón,
entre la vida y la muerte
sólo interviene un portón.

El bendito Juan Antonio,
por decisión de la Muerte,
escribe intensos poemas
sin que nada lo despierte.

Joaquín Peña descansa
con sus textos eminentes,
la Calaca a nadie exime
en altares sorprendentes.

Sus cuentos entregan cuentas
a la insoluta Catrina,
le gustaron las historias
del arte de Catalina.

A Gloria no le perdona
no aparecer con frecuencia,
la Calaca es atractiva,
no abandona su insistencia.

Ismael sigue escribiendo
en la tumba sus canciones,
a la Parca y la Comadre
se les notan los calzones.

—No más textos para el gato

—dice a Conchita la Muerte
la negrura del felino
no cambiará ya tu suerte.

Aunque Derva sea hábil
para escribir buenos cuentos,
la Catrina no perdona
ni a quienes pecan de atentos.

Sergio aparece de noche
en la luz del cementerio,
no hay piedad en la Huesuda
para gente con criterio.

Todos descansan felices
en el oscuro universo,
el verbo invade el ambiente
del camposanto del verso.

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